05 enero, 2011

El 2011 con nuevos bríos


Alguien me ha dicho hoy que ingresó a mi cuenta bancaria 365 días de buena suerte y salud, y aún cuando no fuera ese necesario aporte monetario, tan importante para el desenvolvimiento cotidiano, lo agradecí infinitamente, porque regalarme salud desde ya es la mejor de las suertes y me hace sentir millonaria.

No es que el dinero no fuera significativo y mucho menos se pueda prescindir de él. Todos conocemos su relevancia en materia de aumentar el nivel de vida, y la prosperidad económica debe estar presente en las predicciones, pero en el abanico de la buena suerte démosle su justo sitio al dinero, porque la riqueza material no lo es todo.

Si así fuera, podríamos concluir de manera facilista que todos aquellos con solvencia económica están plenos de dicha y viceversa. Habríamos encontrado la receta de la felicidad.

Y como estamos en el primer peldaño de 365 en un 2011 que no se caracteriza, precisamente, por su horizontalidad, estamos en el preciso momento para las proposiciones individuales, convencidos que acabamos de inaugurar doce meses muy trascendentales en nuestras vidas, llenos de cambios prometedores y en el cual nuestra postura influirá mucho.

El inicio de un nuevo año es el espacio propicio, para reunir las fuerzas y toda la ilusión de conquistar un período superior. El que podamos lograrlo dependerá de nosotros.

Repitamos con fuerza: Quiero algo diferente, voy a comenzar bien, así será más fácil seguir bien y terminar bien. Quizá el 2010 no fue mi mejor año, pero éste va a ser distinto, quiero que así sea, es un deseo, es un propósito, una posibilidad y no la voy a perder.

Digamos con energía: En mi hogar barreré cualquier dosis de egoísmo, de peleas destructoras; no le daré cabida al irrespeto, a la irreverencia, a la hipocresía ni permitiré violar la privacidad ajena en pro de una convivencia positiva. Lucharé por ser mejor y me esforzaré por darle un vuelco al contenido de mi trabajo. Que la utilidad sea el rasgo que me caracterice, incluso voy a desempolvar mi fe, para que cada una de mis acciones salgan amparadas y me nutran las perspectivas.

Quiero que en mi casa reine el amor, la comprensión, la flexibilidad, la honestidad, la armonía y la solidaridad.

Apuesto por otro estilo de vida y otra forma de ser, que rejuvenezca mis aspiraciones y otorgue futuro a mis sueños.

Ya tengo los argumentos para hacer de este 2011 un año descollante en el siglo. Así lo deseo para mis familiares, amigos, compañeros, compatriotas, quienes deben de saber que el acierto está en trazar correctamente las estrategias y no equivocarse en las prioridades.

Lo primero es conocer que para perfeccionar la vida, los sentimientos tienen que corresponderse, y un ascenso en la economía familiar tiene una única base: trabajar más.

“Que la lluvia de la paz, la esperanza, la felicidad y el amor te encuentren con el paraguas roto y salpique a todos los que están en tu alrededor. FELIZ AÑO”.

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