09 junio, 2020

Hilda Pupo Salazar El individualismo determina el bando de quienes odian y destruyen. No se puede ser buena persona con un pensamiento yoísta. Cuando el nosotros se sustituye por el ÿo” estamos ante un desbocado egoismo y eso frena cualquier gesto de bondad y ayuda mutua. El término egoísmo hace referencia al amor excesivo e inmoderado que una persona siente sobre sí misma y le hace atender desmedidamente su propio interés. Por lo tanto, el egoísta no se interesa por el interés del prójimo y rige sus actos de acuerdo a su absoluta conveniencia. Indica un excesivo amor a uno mismo, centrado en su propio interés y que no se preocupa de los demás. Algunos sinónimos de 'egoísta' son codicioso o ambicioso. Las personas con esas características miran solo por el beneficio propio, y raramente mueven un dedo por los demás si no es porque van a obtener una compensación. El contrario de una posición egocentrica es el altruismo, y se define por ser aquellas actitudes y conductas desinteresadas que hacemos para ayudar a alguien, con tal antecedente, el antónimo es aprovechar la situación para salir beneficiados. Son rasgos, también, ser poco propensos a compartir o llevar al extremo el principio de reciprocidad, ejemplos, cuando un amigo eventualmente no lleva dinero encima con el que pagar la entrada de cine, son muy reacios a ofrecerse para pagar ellos y si cuando es su cumpleaños te invitan a su fiesta y no le haces ningún regalo, seguramente no te dirá nada pero apuntará tu nombre en la lista negra, y olvídate de recibir algún detalle por su parte en el futuro. Si le pides a un individuo egoísta un chicle o un poco de agua no te lo dará. Encontrarán una excusa para reservarse para ellos esas pocas existencias, no se arriesgarán a quedarse sin ellas. Cuando le pides algo prestado a los egoístas, es bastante probable que no te lo ceda a no ser si tiene un motivo de peso para hacerlo (por ejemplo, pedirte algo a cambio, reservar el favor para usarlo en el futuro). Este tipo de seres solo están dispuestos a recoger con su coche a un amigo si éste vive cerca, o si el sitio les viene de camino. No contemplan la posibilidad de desviarse de su rumbo para hacer un favor a alguien. Dijo Martí: Un hombre egoísta es un ladrón. Según Fernán Caballero, seudónimo de la escritora española Cecilia Bohl: La vanidad es la necedad del egoísmo, y el orgulloso, la insolencia de la vanidad.

06 junio, 2020

Hilda Pupo Salazar. el mundo con esta Pandemia está patas arriba.

31 octubre, 2018

Oir

Hilda Pupo Salazar No solo vista hace fe, también los oidos. Las llamadas “sord eras”de personas que no hacen uso de su canal auditivo, para escuchar el sentir de otros convierten los necesarios dialogos en inútiles monólogos. Puede que no exista solución ante una determinada queja o por lo menos inmediata, pero el hecho de escucharnos muestra interés por colaborar, borra cualquier gesto de engrimiento por ocupar un puesto y hace flexible al dirigente. Es muy triste tener una dificultad, acudir a quienes pueden ayudarnos y recibir un silencio por respuesta. A esta redacción llegan correos de trámites sin contesta y descontento popular, por esas actitudes tan indiferentes. Una más se insiste que es un requerimiento para esta sociedad humanitaria, los sucesos de ayuda al prójimo. La actual dirección del pais, Fidel y Raúl, valoraron muy en alto el constante intercambio con el pueblo, como práctica gubernamental. Las masas deben tener confianza que ante una problemática poseen receptividad en quienes los oyen, eso otorga la seguridad al ciudadano, porque su inconformidad no caerá en saco roto. Recibí un escrito bastante sui generis de un lector. El estaba cansado de plantear lo que le preocupaba y nunca fueron receptivos, me escribió para comentarme su inquietud y me pone: “no necesito conteste, ya me desahogué con usted y le doy las gracias por leerme”. Cuan do las personas comunican una queja, hasta varias veces, y se les “tira al montón” llegan a frustrarse y desarrollan la impotencia, por eso, lo altamente positivo de la manera de gobernar con ese constante intercambio del pueblo con los jefes, por la posibilidad de decir lo que piensan las masas y quienes ocupan cargos. Nadie tiene derecho a ser desentendido con las dificultades del otro, eso entorpece y añade insatisfacciones. La ayuda solidaria debe caracterizarnos. Vale la forma, pero, también, el contenido, porque es diferente recibir un No se puede a secas que un No con alternativas. Funciona distinto, si se escucha una negación junto a la voluntad de resolver. Se agradece bastante una actitud cooperativa, esa que no cierra drásticamente la puerta, sino ofrecer esfuerzos para tratar de buscar soluciones aun cuando la situación no sea la más propicia. Una se siente agradecida a pesar de la negativa, pero, siempre, con la premisa que hay respuestas y respuestas.

Necesidad de cambiar

Hilda Pupo Salazar “Cambiar todo lo que debe ser cambiado”, dijo Fidel en su último concepto de Revolución. El Comandante en Jefe valoró la importancia de poner la sociedad cubana a nivel de su tiempo, es decir actualizarla. Para renovarla y hacerla equivalente a la época, lo primero es revisar y eliminar o tranformar todo el funcionamiento de aquello en el cual no coincide la utilidad con el período en que se vive. Dento de esas cosas necesitadas de contemporizarse están muchas gestiones. A veces se piden documentos inservibles a la luz de nuestros dias, cuyo único significado es hacerle pasar trabajo y mortificación a la gente. Es altamente lamentable exigir algo y al menos no crear las mínimas condiciones, para poder cumpirlo, ya sea por escaseces materiales u otros motivos. Lo que si no se jusifica es introducir el maltrato en esos trámites, usar un tratamiento grosero con las personas y herir su dignidad o autoestima, sin importar la edad. Confesó alguien involucrado en dicho proceso: “soy un profesional de respeto en mi barrio y en mi centro laboral, pero me sentí como un muchacho malcriado, al que le dan nalgadas por su comportamiento”. No coincide el país que queremos construir con tales conductas impropias. Por un lado, la dirección de la nación llama a la sensibilidad, a la necesidad de reflexionar nuestrs pasos para ganar en el buen hacer y por otro, algunos que dirigen en la base hacen lo contrario, están anclados en el tiempo, aferrados a una forma esquemática y rígida, agresivos, engreídos y nada que ver con el humanismo característico de nuestra sociedad. Construir un mundo más avanzado para vivir, donde sobresalga la decencia y el trato correcto a las personas es una tarea de todos. Si en alguna parte eso falla se dilata más la misión conjunta de edificar una sociedad mucho más perfecta. Junto al despegue económico, que implica perfeccionar la alimentación del pueblo y crear mayores riquezas, se impone el trabajo con las formas utilizadas por la gente con los otros, el marco de respeto establecido y el cumplimiento del deber. La lógica de lo que se pide es un requisito permanente. El llamado al rescate de los valores pasa por esa necesaria condición de cómo somos y nos comportamos. La preocupación del tipo de seres que queremos define la cotidianidad, por tanto, no es utopía aspirar a hombres y mujeres educados, cultos, honrados, sin autosuficiencias, responsables, medidos o recatado. El socialismo próspero y sostenible proyectado incluye la transformación de los individuos, hacerlos mejores.

25 octubre, 2018

Penélope en la palestra

Hilda Pupo Salazar Este lector hace una lista de lo que considera obstáculos en la prosperidad del país, independientemente de cruel bloqueo yanqui contra Cuba: Incumplimientos en la producción de alimentos, indisciplinas sociales, pérdidas de valores, no garantizar con el salario las necesidades de cada quien, precios altos, irrespeto a la legalidad, hurto en empresas estatales, entre otros. Incluye en ese conglomerado de hechos negativos al síndrome de Penélope. El nombre de tal dificultad nace de la propia anécdota. Penélope es un personaje de la Odisea, poema atribuido a Homero, es la esposa del personaje principal Odiseo, el rey de Ítaca. Ella espera durante veinte años el regreso de su marido de la Guerra de Troya. Mientras Odiseo está ausente, la mujer es pretendida por varios hombres y ella, a manera de engaño, les dice que aceptará un nuevo esposo cuando termine de tejer un sudario para el rey Laertes. Para prolongar el mayor tiempo posible esta tarea, deshace por la noche lo que teje durante el día. Por tanto, llamamos el síndrome de Penélope lo que se construye hoy y se desbarata mañana. Referimos no solo a la falta de cuidado de las instalaciones, también, esos servicios tan geniales en un principio y pésimos en un final. El síndrome de Penélope se ajusta a muchas cosas. Es muy lamentable no cuidar lo que tanto esfuerzo y dinero cuesta. La práctica nociva de empezar a maltratar lo hecho, aun cuando no se ha desprendido del “celofán” de lo nuevo, genera la frase popular: “Deja ir ahora, que está recién abierto”. La irresponsabilidad pulula por quienes deshacen y quienes los permiten. Tiene que ver con la falta de pertenencia, un conjunto laboral que no protege lo que le ponen en sus manos y convierte algo bonito en cuestión de fotos de un día. Sería tan reconfortable que los propios obreros se ocuparan del mantenimiento de su unidad y velaran a los que le hacen daño a quienes utilizan el servicio. Con esa postura de destruir, convertimos el suceso humanitario del desempeño del colectivo en un círculo vicioso: levantar hoy y destrozar al día siguiente. Le resta prestigio al grupo de trabajadores desatenderse con el destino de su entidad y obrar con la vista gorda ante los males. Los primeros en criticar en esas instalaciones sometidas a tales problemas son a sus colectivos, por la incapacidad de salvaguardarlo del: vandalismo, hurtos, robos sin el peligro ningún sentido de pertenencia. En los mecanismos de estimulación por el cumplimiento de los planes, nunca debía faltar la belleza del centro, porque tan importante es la productividad como la cultura del detalle en el entorno donde actúan, para no ser como esas personas elegantes, bien vestidas y arregladas en la calle, mientras en sus casas sucias y desorganizadas en un total descuido