31 octubre, 2018

Necesidad de cambiar

Hilda Pupo Salazar “Cambiar todo lo que debe ser cambiado”, dijo Fidel en su último concepto de Revolución. El Comandante en Jefe valoró la importancia de poner la sociedad cubana a nivel de su tiempo, es decir actualizarla. Para renovarla y hacerla equivalente a la época, lo primero es revisar y eliminar o tranformar todo el funcionamiento de aquello en el cual no coincide la utilidad con el período en que se vive. Dento de esas cosas necesitadas de contemporizarse están muchas gestiones. A veces se piden documentos inservibles a la luz de nuestros dias, cuyo único significado es hacerle pasar trabajo y mortificación a la gente. Es altamente lamentable exigir algo y al menos no crear las mínimas condiciones, para poder cumpirlo, ya sea por escaseces materiales u otros motivos. Lo que si no se jusifica es introducir el maltrato en esos trámites, usar un tratamiento grosero con las personas y herir su dignidad o autoestima, sin importar la edad. Confesó alguien involucrado en dicho proceso: “soy un profesional de respeto en mi barrio y en mi centro laboral, pero me sentí como un muchacho malcriado, al que le dan nalgadas por su comportamiento”. No coincide el país que queremos construir con tales conductas impropias. Por un lado, la dirección de la nación llama a la sensibilidad, a la necesidad de reflexionar nuestrs pasos para ganar en el buen hacer y por otro, algunos que dirigen en la base hacen lo contrario, están anclados en el tiempo, aferrados a una forma esquemática y rígida, agresivos, engreídos y nada que ver con el humanismo característico de nuestra sociedad. Construir un mundo más avanzado para vivir, donde sobresalga la decencia y el trato correcto a las personas es una tarea de todos. Si en alguna parte eso falla se dilata más la misión conjunta de edificar una sociedad mucho más perfecta. Junto al despegue económico, que implica perfeccionar la alimentación del pueblo y crear mayores riquezas, se impone el trabajo con las formas utilizadas por la gente con los otros, el marco de respeto establecido y el cumplimiento del deber. La lógica de lo que se pide es un requisito permanente. El llamado al rescate de los valores pasa por esa necesaria condición de cómo somos y nos comportamos. La preocupación del tipo de seres que queremos define la cotidianidad, por tanto, no es utopía aspirar a hombres y mujeres educados, cultos, honrados, sin autosuficiencias, responsables, medidos o recatado. El socialismo próspero y sostenible proyectado incluye la transformación de los individuos, hacerlos mejores.

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