22 octubre, 2009

Felicidad de nacer en Cuba


Hilda Pupo Salazar
Stephane Lion, un francés que padece Ataxia Hereditaria SCA2, o la llamada Ataxia Cubana, ingeniero informático de profesión, no creyó en la sartas de mentiras que de aquí se dicen: “Que si no se puede coger de ejemplo esta empobrecida Isla de médicos mediocres en cuestión de desarrollo sobre la investigación de Ataxias, habiendo tantos países con tecnología de punta”, “que era pura propaganda comunista decir cuanto hemos avanzado”… en fin, un rosario de calumnias.
Él decidió dejar su desarrollada nación, considerada la sexta economía mundial y uno de los sistemas de Salud Pública más desarrollados de Europa y vino a Cuba a buscar un tratamiento que no encontró en su país.
Llegó a principios de octubre, junto a su esposa. Constató con la Clínica de Investigación de las Ataxias Hereditarias (CIRAH), única de su tipo en el mundo, ubicada en Holguín, a unos 700 kilómetros de la Capital, y decidieron darle una atención intensiva durante 15 días.
Fue sometido a una consulta multidisciplinaria, luego una evaluación neurológica integral confirmó el grado de afectaciones y el tipo de terapia que necesitaba. Terapia física, hidroterapia, tratamiento sicológico…
Stephane había llegado sujeto a un bastón y hoy, cuando lo vi, más hábil, independiente y con un ánimo envidiable, quedé sorprendida. “Encontré en Cuba el camino para seguir viviendo”, dijo, y tenía razón, porque Cuba del Tercer Mundo, bloqueada por Estados Unidos hace 50 años, no tendrá ese avance tecnológico de las naciones desarrolladas, pero posee una riqueza que ellos no tienen: su tesoro humano.
Si no que lo diga Stephane, ¿qué médico allá, en sus años de enfermo, le echó el brazo sobre el hombro y le preguntó ¿cómo te sientes?. ¿Quién se interesó por su problema y le dijo una frase reconfortante?
No me canso de repetirlo: Tengo la desgracia de padecer Ataxia Hereditaria hace 20 años y la inmensa felicidad de haber nacido en CUBA.

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