24 agosto, 2011

Terrorista y cínico


Hilda Pupo Salazar
Esta es la historia de un señor que lo enseñaron a matar. Lo primero que aprendió fue a fabricar bombas, que después mandaba a colocar en lugares públicos para asesinar a las gentes.
Le congelaron el corazón para que no sintiera, lo convirtieron en una máquina mortífera y ya como perfecto Drácula intentó hacer volar a un barco soviético en Méjico, puso artefactos explosivos en las embajadas cubanas de Argentina, Perú, Méjico y Portugal; colocó bombas en la oficina de Cubana de Aviación en Barbado, en el centro cultural de Costa Rica o en las oficinas de Air Panamá, en Colombia; torturó en Venezuela; planificó el derribo de un avión en pleno vuelo y mató a 73 personas inocentes; mandó a hacer sabotajes en hoteles en la Habana y mató a Fabio Di Celmo y diseñó hacer estallar en pedazos el Paraninfo de la Universidad Nacional de Panamá, aunque miles murieran en ese acto criminal.
Ese hombre que el diablo bautizó como Luis Posada Carriles tiene su conciencia tan “limpia” que puede dormir como un bebé, según él, y acaba de declarar que si volviera a nacer “haría exactamente lo mismo”.

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