18 abril, 2013

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

Hilda Pupo Salazar La oportunidad de seguir teniendo patria es la conclusión más generalizadora de lo ocurrido en Venezuela, cuando fue elegido Nicolás Maduro Moro, el candidato socialista y fiel continuador de la Revolución Bolivariana, como nuevo presidente de la nación sureña en las presidenciales del 14 último. Maduro obtuvo el 50,75 por ciento de los votos y Henrique Capriles Radonski, el principal opositor, acumuló poco más del 49 por ciento del electorado, según las informaciones de la Comisión Electoral Nacional (CEN), por tanto, le corresponde al sucesor socialista concluir el mandato inconcluso de Hugo Chávez, fallecido el 5 de marzo pasado. Esta realidad ha generado un clima de violencia en el país, pues Capriles no aceptó tranquilamente su derrota y apoyado por sus seguidores y parte de la derecha internacional, encabeza todo un plan de desestabilización, encaminado a generar el pánico y el caos en la población. Mientras Maduro ha llamado a la paz, lo cual no significa debilidad, Capriles lo ha hecho a la guerra, dos polos antagónicos entre los que se debate, hoy, Venezuela, cuyo principal desafío fue obtener la victoria chavista sin la presencia del líder de la Revolución Bolivariana. Se vivieron unas elecciones reñidas y la prensa burguesa resalta la poca diferencia alcanzada entre ambos candidatos, incluso habla de fracaso de la Izquierda, cuestión que no puede analizarse sin incluir las condiciones de la campaña para ambos contrincantes. Para Nicolás resultó un verdadero maratón el recorrido por todo ese territorio, en los que se presentó, por primera vez, a competir por la máxima investidura, en medio del dolor que significó la muerte de Chávez y a convencer al amplio electorado de continuidad, en medio del estrés por la irreparable la pérdida del mandatario histórico. En cambio, Capriles lo hizo con la ventaja de llevar ya dos años aspirando por la silla presidencial, que equivale a experiencia, más el gran favor de tener a la mayoría de los Medios de Comunicación a su lado que lo acompañaron y sobredimensionaron todos esos días. Otro de los obstáculos del llamado Hijo de Chávez fue a toda la obra desestabilizadora a que tuvo que enfrentarse, como estrategia de Capriles y la oposición. Durante la campaña electoral, los sabotajes al sistema eléctrico, el acaparamiento y la especulación para provocar desabastecimiento fueron cartas que la poderosa maquinaria mediática antichavista utilizó contra el candidato, que ejercía como Presidente encargado. A pesar de ello el chavismo ganó en 16 de los 24 estados del país y en toda la nación los votos le dan una ventaja superior a la obtenida por amigos de Washington en muchos lares. Como en abril del 2002, el fascismo vuelve a asomarse en Venezuela. La oposición está envalentonada y eufórica, porque con la ausencia de Chávez ha visto la oportunidad de echar atrás las transformaciones ocurridas en los últimos 14 años y desmovilizar a sus fuerzas seguidoras. Capriles llamó a protestar en las calles y se han producido actos violentos contra sedes del PSUV en distintos estados, centros de Salud, mercados, comedores populares y medios del sistema público, además de ataques a casas de líderes del chavismo, a medios de comunicación públicos y al domicilio de la presidenta del CNE, Tibisay Lucena. Los grandes medios de comunicación internacionales le hacen el juego a ese sucio comportamiento y crean una matriz de opinión desfavorable a los ganadores. Las autoridades venezolanas conformaron un Comando Anti golpe, integrado por el presidente Maduro, jefes militares, policiales y políticos del país. Aún antes de los resultados ya se orquestaba el plan contra la patria, Capriles hablaba de fraude, como el cuento de poner el parche antes de salir el grano, se hicieron 45 mil ataques cibernéticos al portal de la CEN, jaquearon la cuenta en twitter de Maduro y los infames voceros de siempre entonaban el mismo canto. La derecha pretende arrebatar lo que en las urnas no pudo conseguir y para ello acude a todos los medios. La idea de manipulación de Capriles fue rebatida por los distintos observadores internacionales, presentes en Venezuela, que calificaron las elecciones de transparentes y limpias. Los propósitos de Maduro, quien ya ayer fue investido como presidente ante la presencia de personalidades latinoamericanas, están plasmados en darle continuidad al plan dejado por Chávez. Siguen teniendo patria, ahora, tienen que defenderla.

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