13 agosto, 2013

A la sombra de los cedros

Hilda Pupo Salazar Historia de estrella y laureles sobre el hombro engendrada bajo las sombras de los cedros, con el ajetreo febril de aquella madrugada de agosto envuelta en luces encendidas a deshora y el hervidero en que se convirtió la casona por los ecos del tercer alumbramiento. No podrían entenderse nunca la intríngulis de los por qué, si no se comprendiera la exclusividad de la mezcla genética en la creación humana, con la simbiosis, como ocurrió, de la tenaz persistencia gallega con la rebeldía y la firmeza de carácter criollos. Como prever que en tan apartada geografía, ese significativo 13 del calendario del 26, llegaría a ocupar historia en los destinos de la Patria y el mundo, ni que a Cuba le había nacido su hombre del siglo XX. Aun sin barba comenzó su apuesta definitiva por los pobres, con la promesa de desterrarle aquella realidad incierta llena de hambre, explotación y burdeles. La Generación del Centenario fue una necesaria respuesta y él comenzó a adquirir las dimensiones de la Patria. Allá en el ampuloso Washington no fue bien recibida la aspiración del cambio, ni del Moncada, ni de la llegada del Granma, ni de los acordes guerrilleros de las montañas de Oriente, ni del ímpetu clandestino de las ciudades y la marcha triunfal de aquel enero. Comenzaron a acumularse rencores por las pérdidas de rapiña y devino rabia con fuerza de 50 años de victoria. Cuba y su Líder, ya unidos para siempre, quedaron acusados de haber abierto las puertas de la América India y a eso llamaron exportación de revoluciones. Toda la Isla se convirtió de pronto en un estallido de verdores y sueños conquistados y, con una resistencia de 90 millas, se han tenido que atravesar duras fronteras para mantener conquistas, sortear el obsesivo acoso por hundirnos durante medio siglo, y vivir la amenaza latente, tozuda por cambiarnos nuestro decidido rumbo. Pero ahí continúa él, como fiel soldados de las ideas desafiando ese absurdo desvarío, guía, firme, lúcido, con el inigualable récord de más de 600 atentados fallidos y negándole al adversario la frenética alegría por su anunciada muerte. En sus 87 años el fortalecido temple ha tenido que vencer, de nuevo, adversidades no prevista; mientras la humanidad lo declaró imprescindible y clama, la jauría babea enloquecida en irracional delirio, pero no puede haber otra lección que resistencia. Porque su nombre se agiganta de nobleza, salta fronteras, se hace incontenible, invade continentes hecho Cuba solidaria repartiendo amparos, y convertido, para siempre, en un grito repetido en muchas multitudes, lleva la certeza intrínseca de que las utopías pueden llegar a ser verdades y mejorar el mundo. .

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