20 febrero, 2014

Chismosos

Hilda Pupo Salazar ¿Quién no ha sido ataviado o desvestido por un chisme en las infinitas escalas de la cotidianidad? Hablamos de uno de los males más destructivos en las relaciones humanas, porque ellos acaban con los vínculos amorosos, familiares, entre compañeros y amistosos e, incluso, pueden hacer trizas la reputación de una persona. La murmuración, habladuría o el cotilleo son sinónimos de tan nociva práctica, consistente en difundir una noticia falsa o con bases verdaderas, para regarla como pólvora. Cada receptor le añade su parte de acuerdo con sus intereses y, como bola de nieve echada a rodar cuesta abajo, adquiere dimensiones impensables. La verdad siempre se impone, pero mientras llega cuánto daño sufren los afectados. A los chismosos no les importó si el individuo perjudicado sufrió, si le causó algún problema o se deprimió, ya que sólo le interesó formar parte de un cable con la capacidad de transmitir algo. En el tiempo que dura la aclaración suceden los pleitos, las malas caras, las desavenencias y aunque suele decirse “no le hagas caso, sólo es un chisme más”, la víctima puede caer en estado depresivo debido a que la historia infundada le ha restado amistades, los compañeros de trabajo le retiran el habla y prácticamente le hacen la vida imposible, mientras el chismoso celebra. A veces resulta impresionante el nivel de creatividad de esos encargados de amplificar los rumores. De un determinado suceso inventan toda una anécdota, la dan por hecho y la echan a rodar sin miramientos, perjudique a quien perjudique. Para darle credibilidad alegan haberla escuchado de fuentes fidedignas. En ese “recipiente” caben todo tipo de intrigas y artimañas destinadas a denigrar. Así empiezan: ¿Te enteraste? Dicen que fulanito… bla, bla, bla o “eso es para menganito, imagínate, él puede”. Si uno hace caso a tales chanchullos tiene una valoración distorsionada de la realidad y sin querer puede convertirse en vehículo transmisor de mentiras fabricadas. Lo primero que desbarata las invenciones es pedir argumentos de lo dicho, porque, casi siempre, lo propagado carece de explicaciones lógicas y los sucesos contados generalmente no se han comprobado. Frase Ojo con la verdad a medias; es posible que hayas recibido la mitad equivocada.

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