11 febrero, 2015

¿Perfectos?

Hilda Pupo Salazar Sabemos que los seres perfectos no existen, de ahí lo risible de criticar a los demás, cómo si ellos fueran un dechado de virtudes. Eso es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. La excelencia es un nivel de exigencia y eso no es malo, pero solo reclamarle calidad a los demás es sumamente dañino, porque terminamos como el capitán araña quien insta al combate y él se esconde. Querer hacer las cosas bien es un mérito, no así, desear que los otros lo hagan, mientras nosotros distamos mucho de realizarlo. Somos controladores y odiosos perfeccionistas, pero nunca ejemplo. Dijo la Madre Teresa de Calcuta: “Quien dedica su tiempo a mejorarse a sí mismo, no tiene tiempo para criticar a los demás” y tuvo razón, porque si en vez de señalar las dificultades a terceros, tuviéramos la preocupación de corregir los errores que nos pertenecen, alcanzaríamos mayor nivel cualitativo. Es por eso que en este nuevo año, entre las metas planificadas debe incluirse la de luchar por superararnos en el orden personal. Ganar en sinceridad, en respeto, comprensión, flexibilidad, comunicación, generosidad, modestia, humildad, honradez, solidaridad, sencillez, honestidad, rectitud, entrega a lo que amamos y, sobre todo, saber valorar las tenencias y la voluntad de ayuda. En la misma medida que seamos mejores seres humanos, eso influirá positivamente en la convivencia en el hogar, en el clima del centro laboral o en la escuela y en el ambiente en la calle. Mucho repercute el tipo de gente por su comportamiento. Nadie tiene que soportar las malcriadeces ajenas sin chistar y sabemos las consecuencias provocadas por los insoportables y lo nefasto para la calma, cuando la gente es irrespetuosa. No habrá felicidad en medio de ambientes enrarecidos y discordia. Para quienes piensan conquistar la felicidad solo teniendo dinero, están equivocados, porque de que vale la holgura monetaria en medio de problemas en la casa o el trabajo. Si falta el sosiego, sobra cualquier desarrollo económico, por eso un pedido completo sería salud, dinero, amor y, sobretodo, paz. El precio de vivir en tranquilidad es incalculable, porque son despreciables esos escenarios, donde hay peleas, caras enfurruñadas, maltratos lo mismo físicos que sicológicos y gritos acompañados de palabras obscenas. Si de verdad queremos un 2015 mejor, pensemos en perfeccionarnos, en lograr no vulnerar los espacios de otros, ser comedidos, amables, dadivosos y trascender como alguien bueno y excelente compañía.

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