08 febrero, 2016

¿Indisciplina?

Hilda Pupo Salazar Entre los principales daños a una sociedad está las indisciplinas de su gente, y conduce directamente al caos. Vivir en un contexto, donde es imposible acatar leyes, existe desobediencia a las orientaciones y cada quien actúa al libre albedrío, sin tener en cuenta las reglas, normas y ética es un escenario peligrosamente desorganizado. En medio de tal anarquía no resulta nada probable cumplir lo establecido. Si hay irrespeto a lo legislado y cualquier acción, por el bien ciudadano, la convertimos en letra muerta, no podemos llegar a nada bueno. Por ejemplo, para cambiar favorablemente la situación epidemiológica del municipio de Holguín, catalogada de crítica por el número de enfermedades y contagiados, necesitamos personas con conductas responsables y conscientes, no suicidas, quienes ponen en riesgo su vida y la de los demás. Existe una estrategia de fumigación en las viviendas y por vía aérea, para acabar con el mosquito aedes aegyti, responsable de la epidemia del dengue que nos azota. Para ello la participación del pueblo es fundamental en esta cruzada y, sin embargo, todavía, hay pobladores reacios a colaborar, eso es sin contar quienes están internados y mantienen una conducta reprochable e irreverente con médicos y enfermeras, como para complicar más el panorama. Resulta incomprensible los negados rotundamente a darle tratamiento a su casa y no solo porque ellos pueden padecer la dolencia, sino por la exposición al vecindario. Esos que en momentos complejos para la Ciudad, se convierten en freno de los actos de mejoramiento higiénico son enemigos declarados de la tranquilidad ciudadana. La batalla por limpiar el entorno es tarea de todos y no es mera consigna, se impone primero sanear el lugar dónde vivimos y la cuadra, luego exigir porque eliminen donde haya peligro de proliferación de suciedades. Mientras haya focos, habrá males. Las personas deben ser sumamente sensatas, para aquilatar las consecuencias negativas de no colaborar en algo que tanto se necesita, porque la percepción del riesgo no puede surgir, cuando haya un enfermo en la familia. Una señora, con su hija ingresada en el Clínico-Quirúrgico Lucía Iñiguez, por los síntomas evidentes del dengue, tenía la preocupación por la salud deteriorada de su descendiente, más las molestias causadas por tenerla hospitalizada y tener que ir diariamente a ese Centro, entonces, decía. “si yo me hubiera imaginado esto, hubiera dejado fumigar mi casa, cada vez que me lo pedían”. Le llegó el problema junto a la conciencia.

No hay comentarios.: