17 abril, 2016

Hablar de progreso y mirar para el Norte

Hilda Pupo Salazar hilda@ahora.cip.cu “(…) Hay cubanos que por móviles respetables, por una admiración ardiente al progreso (…) por el desdichado desconocimiento de la historia y tendencias de la anexión, desearían ver la Isla ligada a los Estados Unidos”. Así dijo Martí en su artículo Vindicación a Cuba, publicado en el periódico The Evening Post el 25 de marzo de 1889, en respuesta, a un trabajo periodístico ofensivo, que bajo el titulo “¿Queremos a Cuba?“, salió impreso en el The Manufacturer el 16 de marzo de ese mismo año y fue reproducido por el rotativo neoyorquino The Evening Post. El texto que inspiró a José Martí a una digna respuesta pretendió desmoralizar a los de esta Isla tildándolos de inútiles, afeminados, perezosos y cobardes, como parte de una campaña de descrédito dirigida a delinear una imagen de “pueblo inferior”, incapaz de gobernarse por sí mismo, con lo cual se intentaba justificar la posibilidad de la anexión de la Isla, largamente apetecida por el gobierno norteño, y precedida por varios intentos fallidos de comprarla a España. El injurioso mensaje yanqui, según un artículo de Marlene Vásquez, investigadora del Centro Martiano, presentaba dos aristas del problema de la anexión: de un lado, los atractivos ciertos de Cuba, tanto geográficos como económicos; de otro, las “deficiencias morales” de sus habitantes, a los que se refieren con desprecio. La respuesta martiana se dirige también a dos receptores fundamentales: de un lado, el lector norteamericano medio, que tiene una imagen falsa del ciudadano cubano y de otro lado, a los cubanos anexionistas, residentes en los Estados Unidos, para mostrarles la verdadera cara del gobierno al que admiraban desmedidamente. Con Vindicación a Cuba, el Maestro defiende la cubanía y muestra la equivocación de algunos al tratar de compararse con Estados Unidos. Expresó: “(…) Es probable que ningún cubano que tenga en algo su decoro desee ver su país unido a otro donde los que guían la opinión comparten con respecto a él las preocupaciones sólo excusables a la política fanfarrona o la desordenada ignorancia”. Y como parte de la respuesta martiana hay una verdad que no debe olvidarse: “Cuando un pueblo cercano a otro puede verse en ocasión, por el extremo de su angustia política o por fatalidad económica, de desear unir su suerte a la nación vecina, debe saber lo que la nación vecina piensa de él, debe preguntarse si es respetado o despreciado por aquellos a quienes pudiera pensar en unirse, debe meditar si le conviene favorecer la idea de la unión, caso de que resulte que su vecino lo desprecia”. Estamos ante una guerra mediática contra Cuba, en la cual el periodista Martí se involucra con inteligencia y oportunamente. Cada una de las líneas escrita como respuesta al injurioso trabajo periodístico fue tratado con argumentos contundentes. Nuestro país ha sido víctima varias veces de campañas de mentiras y difamación, pero una de la más agresiva ocurrió en el 2003, después que se condenaron a 75 presos contrarrevolucionarios, por servir a una potencia extranjera y poner en riesgo la soberanía del país. La propaganda sucia, siempre, actúa sobre terreno previamente bombardeado. En este caso ya había una matriz de opinión conformada por todos los Medios , insistiendo en que el encarcelamiento fue por ideas políticas, negligencia en la muerte de Orlando Zapata y represión de las Damas de Blanco.

No hay comentarios.: