17 abril, 2016

¿Olvidar?

Hilda Pupo Salazar Dice una frase: “Sepan que olvidar lo malo también es no tener memoria”. Aquí olvido y memoria. Las malas memorias se relacionan con la ingratitud, en el caso de obviar las buenas acciones recibidas. Cuando lo no recordado son los actos malos, en una especie de “borrón y cuenta nueva” puede ser ausencia de malicia que significa “volver a chocar con la misma piedra”. Usted puede perdonar, si le han hecho mal, pero olvidar tiene una connotación distinta, es cómo estar indiferente ante el oprobio ocasionado y resultar demasiado inocente, como para darle credibilidad a todo. El perdón no implica nunca que olvidemos todo, ni produce amnesia. Hay actos tan grandes y negativos, difíciles de tratarlos con una simple tachadura, por tanto, es imposible comenzar de cero y pensar que nada ha pasado. Siempre vendrán a la mente los daños, las tristezas, los dolores causados, las pérdidas, los quebrantos, el llanto, los crímenes y las injusticias. Tal vez un pequeño perjuicio pueda dejarse a un lado, pero no montones de ellos y mucho tiempo importunando. Son claves la cantidad de lesiones ocasionadas y el período en que se hacen. No somos automáticos o un simple ordenador, con un botón rojo o “reset” al cual podemos apagar o reiniciar cuando queramos y empezar la vida como si nada hubiera ocurrido, las personas somos seres emocionales por encima de todo, y por ello, cualquier evento doloroso va a dejar una impronta en nosotros imposible de olvidar. Extráiganle la moraleja a la fábula de la Tortuga y el Alacrán y estarán más cerca de la respuesta del porqué ante quienes nos han ocasionado tanto mal está prohibido olvidar. “Estando la tortuga en el rio se acerca un alacrán y le pide que por favor lo lleve hasta la otra orilla, montado en el caparazón. El quelonio accede y sube al animal sobre él. A mitad del camino, la tortuga es herida mortalmente por la picada del alacrán y al verse así, gira su cabeza, lo mira a los ojos y le pregunta ¿cómo puedes ser tan estúpido de herirme de tal manera, no te das cuenta que ahora yo moriré por tu veneno y tú lo harás ahogándote? A lo que el alacrán contesta: “Disculpa, no pude evitarlo, solo respondo a mi naturaleza invasora y salvaje”.

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