02 septiembre, 2016

Mis símbolos

Hilda Pupo Salazar A raíz de la Columna Página 8, dedicada al patriotismo, escribió Juan Manuel González, Pastor de una Iglesia Bautista, con la preocupación de cuidar bien la enseñanza de los valores que definen ser patriotas, por la importancia de estos en el comportamiento ciudadano. Refiere en su correo: “Ser patriota es más que defender un sistema político, es proteger la Tierra, donde nacemos; el lugar en el cual Dios nos da alegría y tristezas y, siempre, añoramos, cuando estamos lejos. Es cierto, hay quienes venden sus principios, pero hay muchos que quieren construir y logran cosas buenas. “Somos un pueblo especial. Tenemos ricas tradiciones y es una lástima perderlas. Soy admirador de La Mariposa, nuestra flor nacional, sin embargo, es difícil ver sembrados de esta”. Enfatiza en la necesidad de inculcar los sentimientos de amor y respeto hacia su país de origen desde edades tempranas, entre ellos, los símbolos, pero sin tergiversar esa misión. Hace falta revisar todo cuanto frene la necesaria labor de educar esos afectos y facilitar su acceso, como reflexionar sobre los altos precios con que se vende nuestra Enseña, porque está muy lejos de las posibilidades monetarias del pueblo. Sería un día muy angustioso tener indiferencia al ver flotar libre al viento nuestra bandera de la estrella solitaria, no utilizarla prendida en una gorra, un pullover o exhibirla en una oficina, en un transporte y cantar bien fuerte el himno nacional, porque eso está muy relacionado con la salvaguarda de nuestra identidad. Y al hablar de Cuba y sus raíces enfatizamos que ser patriota es, también, honrar nuestros héroes y despreciar lo perjudicial y dañino a la nación. Es admirar el terruño, el colegio de las primeras letras, las calles, las costumbres, la cultura y todo lo que nos identifica. Los de este país nos estremecemos, cuando hablan de nuestras características en otras latitudes, entonces, ¿cómo no hacerlo aquí?, porque al exhibir sus símbolos es como si gritáramos somos ciento por ciento cubano y sentimos un sano orgullo por serlo, donde quiera que estemos. Si usamos una bandera ajena, aparte de promocionar otros valores, estamos renunciando a la de esta Isla y menospreciando su significado. Ya lo hemos dicho. No enseñamos a amar el suelo que nos vio nacer de manera esquemática y de un día para otro, debemos ser creativos y sistemáticos. Las familias tienen alta responsabilidad en ello, de igual manera, a la escuela corresponde un rol primordial, para lo cual hay que dejar a un lado la espontaneidad y acometer acciones dirigidas a este fin, en primer lugar desde la clase.

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