29 septiembre, 2016

Orfandad

Hilda Pupo Salazar Si ser pobre no se mide por la manera de vivir, sino por la forma de pensar, hay que concluir que el en el mundo existe mucha miseria. Se puede estar rodeados de confort, ser rico y distinguirnos por la poca materia gris en el cerebro, y, contrariamente, tener una vida modesta, sin lujos, sobresalir por las ideas y viceversa. Quiere decir que ambas cosas son relativas. Lo que si no tiene ninguna duda es que personas en medio de riquezas materiales sin mucha luz funcionan como elefantes en una cristalería y basta oírlas hablar, para darse cuenta de su orfandad de ideas. Aquellos, cuyos temas de conversación son triviales, nunca dejarán de ser superfluos tengan lo que tengan y se les reconocerá por eso y no por sus riquezas. Dice el refrán: “Algunos se preocupan por tener el estómago lleno y no se inquietan si poseen la cabeza vacía”. Por eso, la verdadera pobreza se mide por los pensamientos de los individuos, realidad que acentúa: “La falta de dinero te hace pobre por un tiempo; la falta de ideas te hace pobre de por vida”. Es muy triste la escasez de juicio, porque supone no poder participar, con inteligencia, en ningún debate, mucho menos argumentar con convencimiento ni opinar sobre nada. El lugar del cerebro está ocupado por otra cosa. El analfabetismo político es una de las variantes de esa escasez. A veces se opina sobre un acontecimiento social sin tener en cuenta su repercusión, alcance y desconocimiento total del hecho, terminamos alimentando un perjuicio contra nuestro país solo por ser ingenuos. Creamos una matriz negativa sin quererlo. Lo más aconsejable es hablar sobre algo, cuando se sabe. Si emitimos un criterio, este debe estar amparado por la noción y la sensatez, sino trascendemos como personas de palabrerías vacuas e inservibles.

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