01 mayo, 2017

Agradecidos

Hilda Pupo Salazar A propósito de la Columna dedicada al cuidado merecido a padres ancianos escribe una lectora de 31 años. Ella reconoce que algunos jóvenes huyen de atender a sus progenitores cuando lo necesitan, pero es del criterio que esos abandonados son reflejos de la no educación impartida. Es decir, expresa, que más culpable de ser desatendidos la tienen quienes no educan. Cuenta: “mi suegra se queja de la juventud de ahora, distinta a la de su tiempo en cuanto a la responsabilidad con quienes le dieron la vida. Puede que los jóvenes seamos un poco indisciplinados, afirma, pero somos frutos de lo que nos inculcan en la familia. Ella nos culpa a nosotros y yo los culpo a ellos, por no habernos educado correctamente y permitir que se fueran depauperando los valores”. “Entonces, cómo ese hijo va a dar calor a sus padres mayores si nunca le enseñaron lo que era”, enfatiza. Tiene razón, esos “irresponsables” son el fruto de papá y mamá, quienes critican, después, la dejadez con los procreadores, pero es la cosecha de no inculcarles, desde pequeños, el compromiso para con sus “viejos”. Hay una tendencia negativa en la actualidad y es la de ahorrarles el más mínimo esfuerzo a los hijos, con el concepto de “no pasar los trabajos que yo pasé”. Tras esa frase se esconde hasta masticarle el bocado, para evitarle mover la mandíbula. ¿Y al final que obtienen?, muchachos irreverentes, vagos, deshonestos, “contestones” e irrespetuosos. No pueden descuidarse las enseñanzas de valores en el hogar, con prioridad a otros modales, nocivos en el futuro y eso es muy malo, porque obtendremos hombres y mujeres “defectuosos” quienes enrarecen el ambiente con sus insensibilidades. Otro de los aspectos olvidados es la importancia del ejemplo. Si el niño ve a sus ascendientes maltratar a quienes le dieron la vida imitan la conducta y, así, actuarán en un futuro. Recuerden la anécdota de la madre que llevaba a su hijita, de 6 años, a darle la medicina a su abuela, “para, desde pequeña, inculcarle pasión para los suyos”. Insisto, no se aprende lo que no se enseña. Debemos preguntarnos ¿por qué se actúa con tanta dejadez? Mirémonos por dentro en busca de culpables.

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