17 junio, 2017

Ser dignos

Hilda Pupo Salazar La oferta de hueso de res estuvo entre los puntos del Orden del Día de esta carnicería y una larga cola siguió a la venta. Varios temas se discutían en la fila: precios, salarios, medicamentos, alimentación, déficit de buenos valores… Se hablaba de la importancia de no perder la dignidad en momentos tan difíciles, entonces, alguien dijo al estilo de frase célebre: “como si tenerla significara poder llevarnos algo a la boca”. Enseguida vi a aquel señor con un rollo de longanizas en vez de cerebro. Recordé al comunista español Julio Anguita, cuando expresó: “Con la Dignidad no se come; pero, sin ella, estaremos de rodillas y terminaremos sin comer”. No son pocas las personas que piensan con el estómago y esas son las que en vez de rosas siembran boniato frente a su casa, porque priorizan la utilidad a los sentimientos. En un artículo en Internet sobre la independencia de Cuba, un ciudadano comentó su preferencia en que fuéramos colonia española o un estado asociado a Estados Unidos, al estilo de Puerto Rico. Toda su ambición se centraba en la búsqueda de “progresos” materiales a cualquier costo. Avanzar no importaba si era estar sin soberanía. Para algunos volver a ser esclavos y entregar la Patria en bandeja de plata no es importante, son los nuevos anexionistas. La Revolución Cubana nos enseñó a ser dignos. Nadie tolera ser “pisoteado” o vilipendiado por otro y mucho menos sentirnos seres inferiores. Tener alta la autoestima es una de nuestras características con el lema: yo no soy mejor que ella, pero nadie es mejor que yo. La dignidad es la cualidad de ser digno, es decir merecedor de algo, lo cual puede ser un objeto, un sentimiento o un pensamiento. Por ejemplo, “ella es digna de respeto, pues siempre ha actuado bajo las normas de la comunidad”. Tiene que ver con el decoro o reconocimiento hacia el actuar de las personas bien sea con el prójimo o consigo mismo. La dignidad humana es un derecho propio de cada ser humano de ser individualizado y respetado con cada una de sus particularidades y condiciones, por el solo hecho de ser persona, porque no se debe ofender ni agredir a o

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