20 octubre, 2013

Himno de la Revolución

Hilda Pupo Salazar En el 1892, un año decisivo en los preparativos de la Guerra Necesaria, Martí publica en Patria las estrofas de nuestro Himno Nacional. Período crucial en la Batalla de Ideas convocada por el Maestro. Se trataba de seguir insistiendo en que la lucha armada era el único camino viable para obtener la libertad, combatir las tendencias ajenas al independentismo y levantar los ánimos todavía dispersos después de lo del Zanjón. Martí acude a todo lo que pudiera alimentar el patriotismo y exaltar el fervor de los cubanos. Nada más oportuno que un tema tan crucial en la historia de Cuba como el 20 de octubre de l868, la primera vez que se cantó La Bayamesa. De esa fecha diría: “Para que lo entonen todos los labios y lo guarden todos los hogares, para que corran de pena y amor las lágrimas de los que oyeron en el combate sublime por primera vez, para que espoleen la sangre en las venas juveniles, el himno cuyos acordes, en la hora más bella y solemne de nuestra Patria, se alzó el decoro dormido en el pecho de los hombres”. Ese breve párrafo encerraba el significado de aquel glorioso hecho, calificado por historiadores como el día que cultura y nación se convirtieron en un concepto inseparable, donde poesía, arte y rebeldía se unieron en el fragor del combate. Los que irían de nuevo a la manigua no podían olvidar los pormenores de aquel comienzo. La Bayamesa, devenida, después, en Himno Nacional cubano fue siempre un canto de guerra, compañero para enfrentar cada acción por la soberanía desde que Perucho Figueredo, su autor, lo escribiera cuando la toma de Bayamo a diez días de iniciada la Guerra de los 10 años. Su nacimiento ilustra la grandeza. Cuando se crea el primer núcleo organizador de la contienda el 13 y el 14 de agosto de l867, Maceo Osorio, uno de los integrantes, le dice a Perucho: “Estamos en Comité de Guerra, te toca a ti que eres músico componer nuestra Marsella”. Se refería al símbolo de rebeldía de los oprimidos en Francia. Perucho compone la melodía evocando esa marcha, y 14 meses después en la primera victoria mambisa el pueblo le pide la letra. Sentado sobre la montura de su caballo la escribe y allí se canta por primera vez. Las estrofas reflejan amor a la tierra, decisión combativa, y como arte y combate se unieron indisolublemente en aquel memorable momento, la historia registró toda su dimensión, cuando el 22 de agosto de 1980 se instituyo el 20 de octubre como Día de la Cultura Nacional.

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