04 septiembre, 2014

¿Mi familia es unida?

Hilda Pupo Salazar Música alta, listo el puerco asado, por tanto, ya se puede servir la mesa y hay tantas personas en la fiesta que se necesitan dos tandas para comer todos. No faltaron los hermanos, los padres, tíos, nueras, yernos, cuñadas, primos hasta de quinta generación. La familia está reunida, pero ¿es unida? Por eso, pongamos otra situación: El enfermo está muy mal y hay que turnarse, para atenderlo durante las 24 horas, la pregunta es: ¿quién se quedará esta noche? Nadie se ha brindado de toda la parentela. Para poder hablar de unión familiar hay que medir circunstancia. A lo bueno todos acuden, pero, cuando se trata de sacrificio es otra cosa, realidad muy repetida en estos momentos y tiene que ver con el amor entre los miembros de la misma línea de consanguinidad. Es en el seno familiar donde cultivamos lo humano del hombre, enseñarlo a pensar, a profundizar, a reflexionar. En el ámbito de la familia aprendemos el cultivo de las virtudes, el respeto, la honradez, la generosidad, la responsabilidad, el amor al trabajo y la gratitud. Dijo el papa Juan Pablo II: “La familia es la primera y más importante escuela de amor". Es una triste realidad en la actualidad por la saturación en la vida que ya no existe tiempo de platicar, convivir y mucho menos para darse amor, entonces, ¿Cómo educar a los hijos en un ambiente de afectividad si no lo ve en el hogar? Si en la casa, el pequeño aprecia despego, egoísmo, rigidez, anarquía, pereza y ostentación eso aprende y lo transmitirá después. Nadie puede enseñar a amar si es ríspido y con malas formas. No hay como llegar a su residencia, después de una agotadora jornada laboral o en la escuela y encontrar armonía, placidez y sosiego. Esos constantes pleitos, personas ofuscadas todo el tiempo, groserías, broncas e irrespetos llegan a tensar el contexto donde estamos y convierte el hogar, dulce hogar en un pedazo de infierno. La convivencia es difícil, porque unir bajo el mismo techo a personas con pensamientos e intereses diferentes resulta complejo, más si existe violación al espacio del otro y tratamos de imponer nuestro criterio la situación se complica. Lamentablemente, hay padres que no están educando a sus descendientes en los valores claves de la vida y fomentan en ellos la ambición, un espíritu individualista y, lo peor, la idea de ganar siempre, aunque recojan gentes avaras, insensibles e inhumanas.

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