17 diciembre, 2016

¿Monos?

Hilda Pupo Salazar Le llamamos monos a quienes copian actos, gestos, tradiciones, hábitos o prácticas ajenas, que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia y es porque a los primates les encanta imitar. Lamentablemente, tenemos muchos monos, que en ese afán de conducirse a la “extranjera” dañan la cubanía. Es como si renunciáramos al congrí, lechón asado, yuca con mojito, ron y tabaco y lo sustituyéramos por signos no identitarios de nuestro archipiélago. En tales actos se incluyen fiestas, fechas o celebraciones que no son nuestras y nos sumamos, sencillamente, por la creencia de estar en lo último de la moda o resultar atractivos. ¿Hay razones, entonces, para traer hasta Cuba esas tradiciones de otros países, que muchas veces ni sus significados conocemos? ¿Nos sentimos superiores y modernos si las asumimos? No ocurre así con festividades de navidad o fin de año, de gran arraigo en la población. Cabe preguntarse ¿Por qué dejarse arrastrar por influencias foráneas, de grandes dosis neocoloniales? Existen cuestiones que no pueden verse de manera tan simplista, porque hay conductas, cuyo significado no pueden estar divorciadas de la renuncia a los valores nacionales y al orgullo de nacer en este suelo. El ser cubano no solo es saber responder al test ocurrente sobre la hora que mataron a Lola, a quien tumbó la mula, cual era el nombre del dueño del platanal, de dónde son los cantantes, qué le pasa a Chacumbele, de qué tiene, el que no tiene de Congo y cómo era Chencha, sino defender su autoctonía y los rasgos que nos caracterizan. Ayuda poco si en lugar de nuestros distintivos, exhibimos otros y le damos propaganda voluntaria con una ingenuidad que raya lo inconcebible. Como diría el historiador Eduardo Torres Cueva: “Un requisito indispensable para expresar la cubanía es tener la voluntad de querer ser cubano, una voluntad que aumenta o disminuye según las motivaciones de las personas”.

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