27 abril, 2018

Vale la experiencia

Hilda Pupo Salazar La experiencia es el cúmulo de conocimientos y ningún país puede vivir sin ella, es una importante inversión hecha en el área de la preparación de sus fuerzas. No podemos renunciar a los de mayor dominio y solo apostar por quienes les falta práctica, porque votamos el dinero usado en el desarrollo de las personas. Juventud y experiencia han de caminar juntos, porque si el primero da ímpetu, el segundo, la inmensa posibilidad de ser hábiles, por la cantidad de años dedicados a una determinada misión. Así, un experto es aquella persona que tiene su aprendizaje más consolidado, sobre una materia en cuestión. En el ámbito del trabajo, es base fundamental del saber y conjuntamente con los estudios garantiza el ser un profesional competente. Está estrechamente relacionada con la cantidad de años que una persona lleve ejerciendo un cargo; cuanto más tiempo, mayor será su visión del mismo. Por ejemplo, entre más años lleve un profesional en el ejercicio de su carrera, mayor será su práctica. Estaremos cometiendo un grave error si prescindimos de ella o la valoramos superficialmente. En la fábula del Ingeniero y el Tornillo” o “Aprende a hacer valer tus conocimientos y habilidades” se ilustra una apreciación liviana. Se cuenta que un informático muy capaz fue llamado a arreglar una computadora muy grande y extremadamente compleja. Sentado frente a la pantalla oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Sacó un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente. El dueño se mostró encantado y ofreció a pagar la cuenta en el acto. A la pregunta de cuánto le debía, el especialista contestó que mil dólares. - ¿Mil dólares? ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito? ¡Ya sé que mi computadora cuesta mucho, pero mil dólares es una cantidad disparatada! La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que lo justifique. A la mañana siguiente, el dueño recibió la factura: Apretar un tornillo:…………. 1 dólar, saber qué tornillo apretar: 999 dólares Total:………………………… 1.000 dólares” Mucha gente se comporta como este dueño. Pareciera que si no hay “sudor y lágrimas” no es trabajo. Entonces todos los años de esfuerzo capacitándonos para saber “que tornillo tocar” no son tenidos en cuenta. Debemos saber apreciar los esfuerzos de la gente por resolvernos un problema y saber hacer las cosas bien.

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